Por: Sergio Alejandro Gómez
Puede que sea
estudiante de historia, y así mismo, que sea estudiante del
Externado, pero primero que nada soy ñoño, friki o como gusten
llamarle, disfruto de los cómics y demás historias, y por supuesto
disfruto aún mas de crearlas, y he evidenciado en mi carrera que las
historias reales son aún más impresionantes que la ficción.
Creo pues en héroes
de todos los tipos, mártires, iconos, legendas, mitos, reales,
ficticios. Los héroes son esos que se elevan por encima del mortal
promedio y protagonizan por instantes los trazos dados en las
historias, dando al resto algo por lo que levantar la cabeza y mirar
alto.
Cuando muere Superman,
o Spiderman, o Batman o incluso Linterna Verde se les puede recordar
por las vidas de miles o incluso millones que salvaron, la seguridad
que trajeron o incluso la fe que revivieron, se les recuerda como
grandes caballeros que siempre supieron cuando salir a luchar por la
justicia, ser un ojo vigilante en medio de la noche, un amigable
vecino y no dejar que ni en el día más brillante o la noche más
oscura la maldad escapara de su vista.
Pero hace un año murió un héroe,
un héroe real, un héroe de Bogotá, un ejemplo de héroe.
El héroe del que les hablo lucho
contra un villano llamado “ignorancia”, y fue una lucha de más
de medio siglo, se levantó cuando más era necesario y consigo otros
lo hicieron, clamaron un “¡¡NO!!” con sangre en su garganta
levantándose ante la noche más oscura y sembraron con sus actos,
ejemplos y buenos deseos una generación que creciera protegida
contra aquello que ellos vieron como un mal.
Aun con las situaciones en su contra
él tenía un ideal, una idea, una vocación, y esto se convirtió en
un escudo que fue a prueba de balas, prácticamente a prueba de todo.
Hace un año este héroe se fue,
héroe por derecho propio tras batallar en nombre de los que no
sabían cómo hacerlo, por dejar una huella y marcar una pauta y con
ello ser más útil para muchos de nosotros que Superman, Spiderman,
Batman o cualquier otro que se pudiera mencionar. Partió en un
cuerpo cansado, de una vida mortal, y con ello, tal y como en los más
legendarios cómics, se hizo inmortal en sus actos y enseñanzas, en
su legado y en quienes lo viven día a día.
En este artículo brindo un sencillo
homenaje a quien en mi concepto es un súper héroe, en este, el
aniversario de la muerte del Profesor Fernando Hinestrosa. Nosotros
quienes recordaremos su obra no olvidaremos que en el día más
brillante o en la noche más oscura la ignorancia no escapara ni será
perdonada a nuestra vista.
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